sábado, abril 03, 2010

Curro B., Ejemplo de Dignidad

Quiero homenajear en estos instantes al campanillero de mi Hermandad, Curro B., en unas sencillas lineas expreso mi agradecimiento a su función realizada:

http://www.youtube.com/watch?v=fJb7WG1tYyk&feature=related


Ya llegó “La Madrugá”, como cada año me dispongo a vestirme de nazareno, busco mi ropa que mi madre me tiene ya preparada de forma impecable, busco mi cordón con el escudo de la Hermandad, las sandalias de esparto, me abrigo bien; me pongo la túnica, las sandalias y el escudo y bajo para que mi padre me coloque bien el cíngulo. Mi cíngulo es de cuerda blanca, de un grosor medio, bastante bonito rematado con dos piñas tejidas con la misma cuerda, mi padre me coloca el cíngulo y en ese momento me acuerdo de la persona que me lo hizo, ¿oiré su tocar de campanas como lo he oído siempre?, ese campanilleo que a modo de semáforo hace que la cruz de guía camine o pare. Se que en estos momentos no pasa por un buen momento de salud, seguro que esta noche no será la misma sin su tañir de campanas. Hace un par de años, cuando aún pertenecía a la Junta de Gobierno, tuve el placer de anunciarle la entrega de la insignia de la Hermandad, homenaje más que merecido, ¿tendrá fuerzas Curro para salir hoy de procesión?
Llegué ni pronto ni tarde, me coloco en mi sitio y veo que no está, pienso que esta noche Jesús y su Madre Dolorosa no contarán con la presencia de tan querida persona en la Hermandad.
La salida ha sido preciosa, la estación de penitencia se desarrolla con frío pero sin aire, el Señor está haciendo su recorrido por las calles de Espera y escucho un tañir de campanas, no es el mismo, pienso, no se quien es el hermano o hermana que este año se dedica a esta función pero no suena igual, hoy estoy muy receptivo, ¿cómo me fijo en esto? Me pregunto, en la calle Arrieros veo que no “se hace parada” cosa que me alegra bastante, seguro que ya no hay más sorpresas.
Me equivoqué, me llevé una que puedo calificar como un ejemplo de dignidad.
Enfilando la calle Arcos divisé a Curro, vestido con su ropa de Nazareno, no pude evitar emocionarme. No podía faltar aquella noche. Pensé que ni un Marqués, ni un Duque hubieran dado ejemplo de mayor dignidad que aquel hombre humilde vestido con su morada túnica y capa dorada, esperando a Jesús el Nazareno y a la Virgen de los Dolores en la puerta de su casa, de pié cuando estaban frente a él, comprendí que el hábito que uno viste es más que una ropa que se pone en “La Madrugá”, aquel hombre me enseñó que uno es lo que es, se esté participando o no.
Cariño ya le tenia a mi cíngulo, ahora se convierte en tesoro; tesoro que bordó aquel hombre que una Madrugá del Viernes Santo me enseñó el significado de la palabra dignidad y nazareno.
Va por tí Curro.